A pesar del aumento del nivel de concienciación, y de la abundancia de protocolos y normativas de seguridad, las empresas de todos los tamaños llevan años sin conseguir dar una respuesta al riesgo de fuga de datos. De hecho, este riesgo va en aumento. Según el informe 2021 Year End Report: Data Breach QuickView, de Risk Based Security, ese año se filtraron más de 22 000 millones de registros, con lo cual 2021 ocupa la segunda posición desde 2005 en cuanto a cantidad de datos confidenciales comprometidos. La inmensa mayoría de estos registros quedaron expuestos debido a fugas de datos.
Una fuga de datos, también conocida como filtración, se define como una violación de la seguridad en la que se divulgan datos confidenciales, sensibles o protegidos, ya sea de forma accidental o deliberada, a un entorno no fiable o a usuarios no autorizados, internos o externos a la organización.
La prevención de pérdida de datos, en inglés, Data Loss Prevention o DLP, es una categoría de soluciones de seguridad con una larga trayectoria, que representa a los sistemas de tecnologías de seguridad de la información integrados que detectan y previenen el empleo, transmisión y almacenamiento no autorizados de datos confidenciales o sensibles.